Cuando me enteré por primera vez de la existencia de los círculos de Whole Kitchen estuve varios días pensando si unirme o no,por un lado, me daba algo de miedo el tema de empezar un blog, pero por otro,me parecía una manera estupenda de aprender preparando recetas que, de otra forma, no haría.
Al final, como veis, me he lanzado y esta receta es un ejemplo perfecto de lo que os comentaba, no la conocía y seguramente no se me hubiera ocurrido prepararla,las proporciones de harina y azucar me hacían pensar en una de masa compacta y casi salada,pero, después de probarlo, os puedo decir dos cosas, primero,una vez que sale del horno, el bizcocho, efectivamente, no es dulce(mi cabecita ya está maquinando un savarin con acompañamiento salado) , y segundo, una vez que lo bañas en el almíbar y lo dejas reposar... mmmmm cambia completamente, queda un poco crujiente por fuera y con un sabor citrico increible..me ha encantado.
El savarin es un postre clásico de la repostería francesa que debe su nombre a Brillant-Savarín,gastrónomo autor de "La filosofia del gusto".
Se trata de una masa fermentada que se baña generosamente en un almíbar de licor y que se hornea en un molde en forma de corona, en cuyo centro colocaremos, a posteriori, nata, crema, frutillas o lo que más nos guste.
En este caso yo me he decidido por utilizar una crema de nata y rosas que, mezclada con el sabor del almíbar, da como resultado toda una amenaza contra nuestras operaciones bikini.
Whole kitchen en su propuesta dulce para el mes de junio nos invita a preparar un clásico de la cocina francesa: SAVARIN
Para adornar esta receta he utilizado una idea que vi en el libro "Repostería" de Christophe Felder(ya os hablaré con más de talle de este libro porque es un imprescindible), pétalos de rosas critalizados, son sencillísimos de preparar y quedan muy vistosos.
Para hacerlos sólo necesitais pintar unos cuantos pétalos de rosa con clara de huevo y "rebozarlos" en azúcar, despues los dejais secar toda la noche y voilà..
Para montar la nata el secreto es que tanto la nata como el recipiente y las varillas deben estar muy frios, yo los meto unos minutos en el congelador antes de empezar.
Es importante también no pasarse batiendo para no convertir la nata en mantequilla, cuando añadimos la pasta de rosas hay que hacerlo con mucho cuidado y batir lo mínimo para mezclarla.
En cuanto a la cantidad de pasta de rosas a añadir, yo fuí una miedica y añadí solo una cucharadita pensando que igual quedaba muy fuerte y me quedé algo corta de sabor, así que, ir probando y añadiendo sin miedo hasta que encontréis vuestro punto.
La pasta de rosas que yo usé es la de Home Chef, está buenísima, es que sabe como huelen las rosas, no puedo explicároslo, tenéis que probarla.